Las parcelas del Biohuerto Educativo de este pujante centro escolar una vez más brindaron las deseadas hortalizas…
La mañana del miércoles 30 de octubre, las parcelas de los biohuertos educativos a cielo abierto de la Institución Educativa Suecia de Año Nuevo, localizada en el distrito de Comas, una vez más, estuvieron a la altura de las expectativas que los niños de este pundonoroso centro escolar del norte de Lima depositan en ellas.
Ese último miércoles del mes de octubre, para beneplácito de los miembros del equipo de Econtinuidad que se dio cita a este plantel fundado hace cosa de cincuenta años por once alumnos de la Univerdad Nacional de Educación Enrique Guzmán y Valle (La Cantuta), los niños de este plantel, sobre todo ellos, guiados por sus maestros cosecharon las hortalizas cultivadas en sus biohuerttos educativos.
«¿Qué hemos sembrado?», preguntaban los profesores cuando los niños hacían su ingreso al Biohuerto Educativo. «Hemos sembrado rabanitos, lechugas, culantro», por ahí responde levantando la voz un niño. «También hemos sembrado beterragas y apio, acelgas, y otras plantas más, que hoy vamos a cosechar», responde otro mientras sus demás compañeros levantando las manos muestran sus deseos de participar.
«En Suecia de Año Nuevo siempre es así, los niños, los profesores, los padres de familia, suman esfuerzas para que estos días de cosecha se constituyan en verdaderos hitos en el proceso de educación de los niños», señala Rosaura Huanacune, responsable del área de Proyección Educativa de Econtinuidad Perú.
«Para mí, estar en este centro escolar siempre ha sido un verdadero placer (…) Me da gusto ver la manera en la que los niños interactúan con sus buiohuertos educativos (…) La mañana de ese miércoles de octubre fue una verdaderamente particular, los niños que estuvieron en el Biohuerto Educativo y participaron en la cosecha de las beterragas, lechugas y otras hortalizas, se podía ver, disfrutaban intensamente de ese momento», señala Sophie Dmitrieff, fundadora de Econtinuidad.
La opinión de Sophie Dmitrieff es compartida por Francisco Huanacune, fundador también de Econtinuidad. «Recuerdo en particular a una niña que desboradaba alegría cuando su maestra le pidió que partcipase en la cosecha que se estaba llevando a cabo esa mañana; luego de dar un brinco se inclinó e hizo suyos los rabanitos», señala.
La mañana del miércoles 30 de octubre fue pues una enj verdad especial. Todos los niños que se hicieron presentes en el Biohuerto Educativo, aportando su lote de trabajo, hicieron suyas las hortalizas que la tierra orgánicamente preparada de las parcelas de su Biohuerto Educativo les entregó.
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