Hay más, pero por el momento nuestra asociación ha optado por estos tres tipos de jardines orgánicos a fin de implementar el eje de su propuesta ecopedagógica en las instituciones educativas del Perú.
Tres son los tipos de Biohuertos Educativos que han sido implementados en numerosas escuelas de diversas regiones del Perú a lo largo de las últimas dos décadas: Invernadero, A cielo abierto y Parcela alta.
El Biohuerto Educativo adopta la forma que mejor conviene a los requerimientos de la institución educativa a fin de jugar su rol transformador en la relación que los miembros de la comunidad educativa -profesores, padres de familia, niños y/o adolescentes, y el personal administrativo y de servicio- entablan con la naturaleza.
Se trata de jardines orgánicos adaptados a las escuelas de ciudades, comunidades, villorrios de las alturas del vasto territorio peruano, cuya columna vertebral es la Cordillera de los Andes: lugares ubicados no pocas veces a más de 3600 msnm, sometidos a la prueba inclemente de las “heladas” nocturnas.
Tal como dejan ver los Biohuertos Educativos de las instituciones cusqueñas de Inca Ripaq, Manco Ccapac, Vicho, Rayanniyoc, además de otras escuelas, el techo de estos biohuertos de tipo invernadero es de plástico agrícola. Un material no contaminante y resistente a los embates del clima altoandino: fijado con clavos y alambres a los palos o troncos, en general de eucalipto, a fin de implementar el techo de doble caída.
Los muros o tapiales que sostienen la estructura del techo de plástico agrícola de estos invernaderos son construidos con adobes elaborados a partir de una mezcla de tierra y paja, expuesta a los rayos de sol, por los padres de familia de los niños y adolescentes que cursan estudios en la escuela que le ha abierto las puertas al Biohuerto Educativo.
No está demás señalar que, contando con el asesoramiento de los miembros del equipo de Econtinuidad, padres de familia y profesores participan activamente en la fase de preparación del suelo del biohuerto, así como en la que tiene que ver con la elaboración de los adobes y la construcción de los muros, al igual que en la de la implementación del techo de plástico agrícola. Todo eso en el marco de jornadas de faena que se le consagra con esperanza al Biohuerto Educativo.
Estos biohuertos son adaptados a las escuelas ubicadas en localidades localizadas fundamentalmente a lo largo de la costa peruana, una franja de más de 3 mil kilómetros de extensión. Instituciones educativas de las regiones de Lambayeque, La Libertad, Ica, Callao y Lima, en la costa peruana, han sido el escenario en el que esta clase de Biohuertos Educativos han podido ser implementados.
La implementación de este tipo de biohuertos, no es difícil inferir, al no requerir muros ni techos, exige menos esfuerzo a la hora de su implementación. El grueso del trabajo es consagrado a la delimitación de los espacios correspondientes a los caminos al interior del biohuerto y a la preparación de la tierra en la que se cultivarán, al igual que en los de tipo invernadero, hortalizas como la lechuga, el tomate, la beterraga, los rabanitos y nabos…
No está demás señalar que este tipo de biohuertos orgánicos se adaptan a escuelas ubicadas en lugares que no están expuestos a cambios de temperatura acentuados, tal como sucede en el caso de las escuelas localizadas en localidades altoandinas: lugares eminentemente costeros en los que, salvo raras excepciones, las temperaturas entre el día y la noche difieren en tan solo unos cuantos grados centígrados.
De “parcela alta” o “bancal alto”, como se le conoce a este tipo de jardín orgánico en España. Este tipo de Biohuerto Educativo se adapta tanto a las escuelas localizadas en comunidades altoandinas como en las ubicadas en las regiones de la costa peruana. De ser implementados en la costa son “Parcelas altas a cielo abierto”. En el caso de la sierra, cada bancal alto debe ser cubierto a fin proteger a las hortalizas de las inclementes “heladas”, especialmente durante los meses de junio y julio.
Este tipo de Biohuerto Educativo, compuesto por un número de “parcelas altas”, permite el ágil desplazamiento de los niños y/o adolescentes entre ellas. Las parcelas altas permiten que los niños y/o adolescentes participen en el proceso de cultivo y la cosecha de las hortalizas que ahí crecen: la altura no es para un impedimento.
El principal criterio para su implementación, de acuerdo a la experiencia de campo de Econtinuidad, obedece a la utilización óptima del espacio de cultivo puesto a disposición por las autoridades de la escuela, así como a consideraciones de índole estético. Al decir esto, no olvidamos lo que señalan profesores de las instituciones educativas “Humberto Luna”, en Cusco, y “Santa Luzmila”, en Lima: “Hay proponer nuevas expresiones estéticas a fin de calar en los miembros de la comunidad educativa”.
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Además de las tres formas que ha adoptado el Biohuerto Educativo de Econtinuidad a lo largo de las últimas dos décadas, no se descarta que en un futuro, no necesariamente lejano, otros tipos de biohuertos puedan nacer a la luz.
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