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La función nutricional del Biohuerto Educativo

agosto, 2019

El rol nutricional que puede jugar el Biohuerto Educativo en las escuelas que le han abierto sus puertas resulta evidente. La función nutricional es la base de una nueva manera de alimentarse en el seno de las escuelas.

Es decir, la capacidad de actuar o funcionar que le permite al Biohuerto Educativo, sirviendo de campo de cultivo de las diversas especies de hortalizas y plantas aromáticas (1), enriquecer la alimentación de todos aquellos que participan en el manejo y cuidado de este “jardín para la vida”.

El Biohuerto Educativo se constituye en esa forma en uno de los lugares donde se pueden generar los alimentos y nutrientes necesarios para contar con una dieta equilibrada.

¿Quién podría negar que hortalizas como las lechugas, el fibroso apio, las zanahorias, las beterragas, el rabanito de muy rápido crecimiento, las acelgas, las llamativas calabazas, el poro, los jugosos tomates, entre otras especies, contienen las vitaminas, minerales, al igual que los oligoelementos necesarios para gozar de una buena salud (2)?  

Al igual que las llamadas enzimas que se encuentran en las hortalizas crudas. Soportes de la vida, pues aceleran reacciones bioquímicas fundamentales para nuestro organismo. Algo que sin su presencia podría tomar muchísimo más tiempo del que toma: a veces más del tiempo correspondiente al tiempo promedio de duración de una vida humana. ¡Unas verdaderas maravillas! 

La capacidad nutricional del Biohuerto Educativo también se torna asimismo evidente como consecuencia de la presencia de las llamadas plantas aromáticas: el culantro, el perejil, el romero, el orégano, el muy apreciado huacatay, la albahaca, entre muchas otras. Especies sin cuya presencia los platos que se podrían preparar utilizando las hortalizas que se cultivan en el Biohuerto Educativo no alcanzarían la sutileza gastronómica que tanto deleita a los paladares.

Cabe mencionar asimismo a algunas especies que se cultivan en el Biohuerto Educativo y participan de una corriente alimenticia denominada “Alimentación viva”. Nos referimos a la alfalfa, rabanito, brócoli, girasol, las lentejas, entre otras especies que se pueden consumir crudas o deshidratadas a una temperatura menor a los 45°C.

Una forma de nutrirse consumiendo agradablemente las hortalizas crudas que se cultivan en el Biohuerto Educativo es la combinación de estas con algunas frutas en los llamados “jugos verdes” (3). Gracias a estas deliciosas combinaciones nuestro organismo puede contar en forma natural y de golpe con la clorofila y muchos de los micronutrientes necesarios para nuestro organismo. 

Un hecho que permite a las hortalizas conservar el oxígeno, las enzimas, las múltiples vitaminas, así como los minerales, oligoelementos y otros fitonutrientes: es decir, todo un potencial nutritivo al servicio de la buena salud de nuestro organismo.

No está demás señalar que las hojas verdes traen consigo todos los aminoácidos esenciales para construir una proteína completa, nada más y nada menos que de origen eminentemente vegetal.

Tal como se puede ver, la función nutritiva de todo Biohuerto Educativo destaca sobremanera la importancia de este “jardín para la vida” en las escuelas que le abren de par en par sus puertas.

(1) Ver “La función agroecológica del Biohuerto Educativo”.

(2) Ver “La función terapéutica del Biohuerto Educativo”

(3) Victoria BOUTENKO, La revolución verde, 2016


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