Un área de ocho metros cuadrados ha sido puesta a dispocisión del biohuerto familiar de esta familia huarochirana.
«Tenemos un espacio de dos metros de ancho y cuatro de largo para nuestro biohuerto familiar», le dijo Carmen Rivera a Fidela Huanacune, responsable del «Área de implementación de los biohuertos educativos» de Econtinuidad. El biohuerto no tardó en cobrar vida. Hoy, cuatro meses después de aquella conversación, los ocho metros cuadrados de este biohuerto familiar rinden sus primeros frutos.
Para que esto suceda, Carmen y su esposo, Lucas Flores Angome se pusieron manos a la obra. Lo primero que hicieron fue remover la tierra y enriquecerla con lo que esta familia del distrito de San Lorenzo de Quinti, provincia de Huarochirí, departamento de Lima, tiene a disposición: el estiércol de vaca.
«Todos los miembros de la familia participaron en la “curación” del estiércol de vaca, el paso necesario para poder usarlo como abono», nos dice Fidela Huanacune, poco antes de señalar que en la tarea de preparación del abono hicieron también lo suyo Joselym y Anthony, los dos hijos de esta pareja huarochirana.
A la preparación de la tierra de este espacio consagrado a la naturaleza le siguió el trasplante de los plantones de hortalizas y aromáticas. La familia Flores Rivera le hizo saber a Fidela Huanacune que la siembra sería la llamada indirecta. «Primero prepararemos los plantones en semilleros y luego, con la tierra ya lista, los sembramos como se debe en la tierra de nuestro biohuerto», dijo en su momento nuestro amigo Lucas Flores. El ocho de febrero pasado esta tarea se llevó a cabo.
El debido seguimiento y el riego comenzaron a hacer el resto. Pronto las plantas de nabos, poros y rabanitos se hicieron vigorozamente notar para satisfacción de los cuatro miembros de esta pujante familia de la Lima provinciana. Las de lechuga y de tomate hicieron los mismo, permitiendo augurar una buena cosecha como recompesa por los esfuerzos realizados desde que este biohuerto familiar comenzó a cobrar dinamicamente vida.
«Carmen Rivera nos ha hecho saber que además de las beterragas y diversas variedades de lechuga que han sembrado, también ha encontrado un lugar en el biohuerto unas plantas de « Chincho », una especie nativa del Perú», nos dice Sophie Dmitrieff, responsable del «Área de uso ecopedagógico del biohuerto». «Una planta -precisa- que tiene diversos usos, pues se puede usar en la gastronomía y también con propósitos terapéuticos». «¡Qué duda cabe, este biohuerto familiar es una mina de conocimientos!», añade.
El biohuerto de este paraje de la sierra de Lima da grandes satisfacciones a los miembros de la familia Flores Rivera. Como ellos hicieron saber a Econtinuidad, cuando comentaban el crecimiento de unas plantas de manzanilla, los relaciona en otra forma con la madre tierra. Con la pachamama, con naturaleza. Lo que el mundo necesita, lo venimos sosteniendo desde hace más de dos décadas desde Econtinuidad, para ser cada vez más verde y, por ende, sostenible.
…
¡SÍGUENOS EN NUESTRA REDES SOCIALES!