Fue una mañana de 2015 cuando por primera vez conversé con Benjamin Vanpoelvoorde. Por teléfono, preguntaba por Sophie Dmitrieff, mi esposa, una de las decenas de miles de exalumnos de la Escuela Superior de Ciencias Económicas y Comerciales (en francés, École Supérieure des Sciences Économiques et Commerciales,- ESSEC), centro de formación superior en el que Benjamin cursaba ese año estudios.
“Lo comunicaría con mucho gusto con ella, pero Sophie Dmitrieff no se encuentra”, le dije. El intercambio hubiese podido terminar ahí de no haber sido porque le dije también que no dudase en solicitarme alguna información en torno a las labores profesionales de Sophie. No dudó.
Entre lo que compartí con Benjamin fue que Sophie, hacía cosa de 15 años, había fundado en el Perú una asociación cuyo propósito era coadyuvar en el necesario proceso de transformación de la relación entre el ser humano y la naturaleza, activando para esto en los campo de la ecología y la educación.
“Quince años han pasado de ese entonces y gracias al apoyo de los miembros del equipo de Econtinuidad, decenas de escuelas en el Perú cuentan con un Biohuerto Educativo”, le hice a Benjamin que atentamente me escuchaba.
Al momento de enumerarle en tropel las experiencias de los biohuertos educativos de Econtinuidad, no imaginaba que Benjamin, para diciembre de 2015, tenía previsto darse una vuelta por el Perú. “Viajo al Perú a fin de año, ¿qué coincidencia?”, me dijo. “Así son las coincidencias”, pensé antes de decirle que podía contar conmigo por si necesitaba de algo en el Perú.
Aprovechando el hecho que Benjamín estaría de paso en cuestión de unas semanas nuevamente por París, poco antes de despedirnos quedamos en vernos. Y así fue: durante el par de horas que duró nuestra conversación, lo puse al tanto de lo que hacía Econtinuidad en el Perú y le di el nombre de quienes lo recibirían en Lima: Rosaura Huanacune y Héctor Yarasca.
Al despedirme ese sábado de 2015 de este entusiasta joven belga, no imaginaba tampoco que la estadía de diciembre no sería su primera y última en tierras peruanas. “Fueron espectaculares los días que pasé en Ayacucho gracias a la invitación de Héctor Yarasca, fue una experiencia increíble”, me diría buen tiempo después Benjamín, quien estimulado por esa primera inncursión en tierras peruanas, convertido en todo un Econtinuador, regresaría al Perú a mediados de 2016…
En junio de 2016, Benjamin Vanpoelvoorde, en calidad de voluntario, consagró un mes de su tiempo a las labores de Econtinuidad. “Tres semanas en el Cusco y una en Lima”, me hizo saber benjamin, denotando felicidad por el trabajo realizado.
Francisco Huanacune
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