Tan solo bastaron unas semillas de boca de dragón, cosmos y pimiento rojo para que Sonia avance por la senda de la creación de su biohuerto.
“Quería compartir el porqué de empezar este proyecto. Me apetecía tomar una responsabilidad y poder darle vida a una semilla, cuidarla y verla crecer, sentí que sería algo bueno para mí”, desde Vilanova i la Geltrú, en la provincia de Barcelona. nos dice Sonia Rodríguez Medina, tras lanzarse en la aventura de crear su biohuerto familiar.
Sonia avanza a paso seguro, comenzó con una planta y en estos momentos su número se ha triplicado. “Ahora, aparte de seguir cuidando de mí, he adoptado tres plantitas, he de tenerlas presente y estar atenta a sus cuidados”, nos cuenta.
“Siento que puedo aprender mucho con ellas, ahora he de observarlas, darle su lugar e irles dando su alimento, el agua de la vida. Al cuidarlas me siento muy bien conmigo misma, estoy viendo crecer a tres seres muy especiales”, añade Sonia haciendo sentir su genuino compromiso.
Una postura en pro de una relación armoniosa con la naturaleza que se pone en evidencia aún más cuando dice que siente un amor especial hacia sus plantitas. “Me hace sentir bien verlas crecer y cuidarlas, porque al hacerlo no solo se nutren ellas sino también yo”.
Un sentido compromiso que Sonia precisa al decir: “Ahora que he asumido este compromiso con ellas, y a la vez conmigo, me siento en paz… Al plantar mis plantitas me conecté con el momento presente, me sentí en mi centro y eso me dio seguridad. Es muy gratificante y muy terapéutico”.
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