Los biohuertos familiares, recursos ecopedagógicos por excelencia, han continuado durante este 2021 coadyuvando en el proceso de transformación entre el ser humano y la naturaleza.
Más allá de las dificultades que confrontamos en esta hora de prueba para la humanidad debido a la pandemia de la Covid-19, los biohuertos familiares muestran que la esperanza en un mundo verde y sosteniblese apoya en sólidos cimientos..
Los biohuertos familiares, más allá del tamaño y la forma que finalmente adoptan, enriquecen, desde el lugar que le han asignado en los hogares, las materias o áreas de estudio que componen la currícula de la Educación Básica Regular en el Perú.
Una vez que la pandemia llegue a su final y termine definitivamente el receso de los espacios escolares, el biohuerto, con el cúmulo de capacidades de estimular que trae consigo, las funciones (*), desde las escuelas, en sinergia con los biohuertos familiares, se pondrá nuevamente al servicio de una educación en favor de la naturaleza, de la vida.
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(*) Doce son las funciones o capacidades de influenciar que todo biohuerto trae consigo, identificadas por Econtinuidad a lo largo de dos décadas de trabajo de campo: agroecológica, organizacional, nutricional, terapéutica, creativa, artística, ética, relacional, cognitiva, pedagógica, comunicacional y cultural.
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