Más allá del tamaño y la forma que adopten, los biohuertos continúan cobrando vida en los hogares que le abren sus puertas y se ponen inmediatamente al servicio de una relación armoniosa con la naturaleza.
En estos tiempos de pandemia de la Covid-19, desde el lugar que se encuentren en los hogares, con el conjunto de capacidades de estimular a quienes entran en relación con ellos, las funciones (*), los biohuertos se constituyen en un valioso recurso ecopedagógico a la hora potenciar la educación de nuestros hijos.
En todas las escuelas en las que Econtinuidad estuvo presente hasta antes de la pandemia, los biohuertos han multiplicado su presencia en los hogares de los niños y adolescentes, enriqueciendo las áreas de estudio que componen la currícula escolar.
Los profesores, apoyados por los padres de familia, echan mano de la dinámica de vida del biohuerto y conducen así a nuestros niños y adolescentes por un camino de conocimiento en pro de la naturaleza y la vida.
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(*) Doce son las funciones o capacidades de estimular a quienes entran en relación con él que todo biohuerto trae consigo: agroecológica, organizacional, nutricional, terapéutica, creativa, artística, ética, relacional, cognitiva, pedagógica, comunicacional y cultural.
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