Un hecho inédito y probablemente momentáneo de consecuencias insospechadas a nivel social, político, económico y cultural.
Una de las consecuencias, hasta cierto punto inesperada, de la frenética propagación del Covid-19 por doquier en nuestro planeta es la reducción espectacular y sin precedentes de la contaminación del aire respirado en las urbes alrededor del mundo.
El cierre de fábricas y las draconianas restricciones a nivel del transporte terrestre y aéreo en los países cuya dinámica económica es la causa de gran parte de la producción de este tipo de gases se traduce, más de un medio de comunicación lo señala, en la sustantiva reducción del consumo de combustibles fósiles.
Lauri Myllyvirta, del Centro de Investigación en Energía y Aire Limpio (CREA), con sede en Estados Unidos, señala, por ejemplo, que las emisiones de dióxido de carbono proveniente de la China han disminuido en por lo menos un 25 por ciento.
Tal como precisa el investigador Lauri Myllyvirta en un reporte publicado en el portal del think tank Carbon Brief, «La demanda de electricidad y la producción industrial (de China) permanecen muy por debajo de sus niveles habituales, según varios indicadores”.
Lo que acontece en el gigante asiático sucede también en Italia. Desde que este país dio inició al cierre el pasado 9 de marzo, los niveles de óxido de nitrógeno (NO2) en Milán y otras partes del norte han disminuido en aproximadamente un 40 por ciento.
Lo que sucede en el norte de Italia es un hecho sorprendente dado que esta región constituye uno de los puntos críticos de contaminación de Europa occidental: el humo proveniente de sus numerosas fábricas queda, al final del valle del Po, atrapado por la presencia de los Alpes.
Algo similar sucede ya en el Reino Unido, donde los resultados que arrojan los monitoreos realizados en las carreteras ya muestran niveles de contaminación significativamente reducidos. Es el caso de uno de los puntos críticos como el de Marylebone, en Londres.
A partir de estos datos, no es aventurado inferir que tras el paso de los días de confinamiento que aún faltan para dar cuenta del Covid-19 la reducción de los gases a efecto invernadero será aún más significativa.
Así las cosas, tampoco es aventurado sostener que a pesar de que estas espectaculares reducciones de la contaminación son momentáneas, respirar un aire más puro durante varias semanas contará en la vida de quienes comparten esta experiencia inédita de consecuencias insospechadas a nivel social, político, económico y cultural.
Foto principal: La plaza Tianamen, en Pekin, China. Antes y después de la pandemia del Covid-19. Elpais.com.
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