No podía ser otro el destino de las hojas de rúcula, provenientes de las cajas vivas del biohuertode Inés.
«Hola, hoy como una rica ensalada de rúcula», muy feliz, nos hizo saber desde su departamento del Barrio de Chacarita, en la ciudad de Buenos Aires, Argentina, nuestra amiga Inés Vidal.
Esto, tan solo unas semanas después de que sembró la semillas de rúcula en en el par de cajas vivas con las que dio inicio a su biohuerto familiar. «Adquirí las semillas en un mercadito ecológico cerca de casa», dice Inés, respondiendo a una de las preguntas que no se hizo esperar.
El cultivo de esta hortaliza de la familia de las brasicáceas, considerada para fines culinarios un tipo de verdura de hoja, es una experiencia que Inés considera digna de ser vivida en carne propia. «Y sí… Ahora es el momento (de cultivarla)», dice entusiasmada.
De lo que sucedió ayer en el departamento de Inés luego de llecarse a cabo la primera cosecha de rúcula, he aquí el testimonio.
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